sábado, 6 de febrero de 2010

"ATLAS FOLKLÓRICO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA"


                                Santiago Terrero Pérez
Tal como establece Emilio Rodríguez Demorizi, en su espléndida obra “Lengua y Folklore en Santo Domingo”, la palabra “folklore” aparece por primera vez en la República Dominicana el 10 de febrero de 1884, en la edición 97 del periódico “El Eco del Pueblo”, que se editaba en la ciudad de Santiago de los Caballeros, en una carta que envió un lector o lectora desde Puerto Plata, con el seudónimo Valle de Gracia, y que posiblemente este seudónimo lo utilizó César Nicolás Penson, quien trabajaba como director del periódico “El Eco de la Opinión”, y quien luego, en diciembre del año 1887, define y conceptualiza el término folklore, en un artículo periodístico titulado “Folklore Quisqueyano”. Así lo confirma Dagoberto Tejeda en su obra titulada “Atlas Folklórico de la República Dominicana”.


En su primer bloque de su Atla Folklórico en la República Dominicana, titulado “Folklore y Sociedad”, Tejeda dice que ya para la Sociedad Precolombina y Colonizadora existían expresiones folklóricas originales, aunque no se habían realizados estudios acerca del folklore. En la época de la colonización el trabajo más importante lo realizó Fray Ramón Pané, en su obra “Relación acerca de las antigüedades de los indios”.


Tejeda afirma que después de la Independencia es que se define verdaderamente y crece el sentimiento general de dominicalidad, nacionalismo e identidad, donde se adquiere el más profundo anhelo acerca de la sociedad dominicana y su cultura. Entre los folkloristas mas sobresalientes de la época tenemos a: José Joaquín Pérez, con Fantasías Indígenas, 1877; Juan Antonio Alix, el Cantor del Yaque; Ramón Emilio Jiménez, el Amor del Bohío, 1927-1929; Aída Cartagena Portalatín; Flérida Nolasco y Edna Garrido de Boggs.


Tejeda dice, que con la caída de la dictadura de Trujillo, implicó el surgimiento de una nueva redefinición y revalorización de la cultura y el folklore en nuestro país: gracias al pueblo, que por pura actuación social y protagonista de un hecho histórico nacional defendió sus derechos y deberes. La segunda fue la apertura al exterior, lo que produjo intercambios con otras culturas, la redefinición del papel de la Universidad, puesta en contacto con otras ideologías y la introducción de las ciencias sociales, cuyos métodos sirvieron para el análisis de la sociedad, la cultura y el folklore. Dice que entre los principales propulsores del folklore del Post-Trujillismo tenemos a: René Carrasco (Negrón), Pepito Rivera, Casandra Damirón, Josefina Miniño, Tomás Morel y Nereyda Rodríguez. También tenemos algunos extranjeros como: Martha E. Deive y June Rosemberg.


En su segundo Bloque titulado “Folklore Material”, Dagoberto Tejeda hace un profundo análisis acerca de las viviendas, la gastronomía, el transporte, la artesanía, las técnicas de conocimientos cotidianos, la construcción de instrumentos musicales, las máscaras y las vestimentas, verdaderas joyas del folklore dominicano. Según Dagoberto, las viviendas nuestras tienen su máxima expresión en las viviendas indígenas, las españolas, y las de negros africanos. Sobresaliendo las viviendas rústicas campesinas, los bohíos, los estilos arquitectónicos y los estilos vernáculos.
Entre los enseres del hogar tenemos la tinaja, el fogón de tres piedras, el pilón para majar arroz y café, las copas y velones. Los adornos a las viviendas van desde vevé exterior, la sábila, el rombo, la cruz y los colores sobresalientes como forma de la religiosidad popular.
En la gastronomía tenemos en abundancia los vendedores ambulantes de arepas de maíz, conconetes, café colado y jengibres. Pero entre las comidas típicas está el arroz, habichuelas, carnes, aguacate, plátanos verdes, y con-cón.


Como herencia de la gastronomía indígena tenemos el maíz, batatas, yautía, lerenes, caimitos, maní, auyama, mapuey, palmito, lechosa, guayaba, piña, guanábana, cajuil. De la gastronomía española tenemos plátanos, vegetales, frijoles, trigo, lentejas, olivas, nueces, quesos, jamón, arroz, nabo, vinagre. Luego con la llegada de los esclavos africanos se aumentó la gastronomía nuestra, apareciendo el gandul, el ñame, la pimienta, la sandía, la gallina guinea, el guineo, el maní congo, el molondrón, el ajonjolí, el jengibre, la malagueta.
Según Dagoberto Tejeda, la gastronomía dominicana es la mezcla de varias culturas. Un proceso en continua evolución y enriquecimiento, donde se entrecruzan la escasez, la abundancia, las necesidades, los gustos, los caprichos, las crisis y las formaciones socioeconómicas, expresiones que se convierten en satisfacciones. Decir Sancocho, plato nacional, es un sistema simbólico de las raíces y expresiones de los ingredientes básicos de la cultura dominicana. El Sancocho contiene yautía blanca y amarilla, ají, orégano, sal y auyama, como herencia taína; carne de res, cerdo, pollo, agrio de naranja, ajo y cebolla, herencia española; ñame y plátano, parte de la dieta africana.


Para Tejeda, la artesanía juega un papel importante en arte popular, son la identidad y la personalidad de cada pueblo. Las expresiones artesanales dominicanas son una variedad de objetos que van desde alfarería tradicionales, joyerías, expresiones neo-taínas hasta construcciones de instrumentos musicales, como la tambora, atabales(palos), congo, conguito, maracas, canoita, balsié, paila, gûiras, panderetas, etc.


En su tercer bloque titulado “Folklore Social”, Dagoberto se refiere a los aspectos sociales, grupales y colectivos, que van más allá del hogar, como el compadrazgo, el convite, sindicalismo, las cooperativas, el san, la hermandad, las cofradías. Además, el papel que juega el lenguaje en todos ámbitos sociales y cuáles tipos de lenguajes se usan en nuestra sociedad, cómo se usan, y dónde deben usarse. Ve el lenguaje popular, como el enlace de varias culturas, influenciado por sus exageraciones, personificaciones, interjecciones, terminaciones, usos de los verbos, el fraseo, y la diversidad de significados. Así como los apodos, los seudónimos, la toponimia, el onomástico, interpuesto por una gama de adivinanzas, refranes y gestos.
Dagoberto, quizás es el único sociólogo que realiza un estudio de todos los ciclos vitales humanos complejamente, importante en la sociedad dominicana en todo el recorrido de la vida social nuestra, como son: Nacimiento, Infancia, Pubertad, Adolescencia, Ancianidad y termina con la muerte como una forma de conmover los estratos sociales mas importantes, como son la familia, el barrio, la comunidad, y en algunos casos, la nación.


Las patronales y las fiestas carnavalescas juegan un papel importante en la vida de cada ciudadano, según Dagoberto Tejeda, las cuales se introducen en la sociedad como una forma de muestra de lo que fueron tres culturas diferentes, unidas por varios siglos, alimentadas, luego por otras más, y que han dejado una marca especial en nuestras creencias y culturas a través del tiempo, imborrables que sólo el tiempo y el espacio hará historia de la cultura en nuestra sociedad, amparada por la gran diversidad de creencias y costumbres, que nos marcan con un sello sui generis en toda la región del América y el Caribe.


Indiscutiblemente, el cuarto y último bloque del Atlas Folklórico de la República Dominicana, titulado “Folklore Espiritual Mental”, es donde verdaderamente Tejeda se introduce completamente en la sociedad con análisis profundos de la realidad dominicana. Los sub-títulos de este bloque son una gama de conocimientos para los estudiantes del primario, básico, secundario y universitario, que van desde la Cosmovisión Popular Taína-Española, Religiosidad Popular, Diferencias entre el Vodú Dominicano y el Haitiano, Folklore de la Religiosidad Popular, Centros Católicos de Peregrinación, Centros Cristianos y Populares, Medicina Folklórica y Medicina Popular, Música Folklórica, La Música Dominicana y Los Bailes Folklóricos, Bailes Folklóricos Actuales, Danzas de Ocasión y Bailes de Propiación, Danzas de Trabajos y Bailes de Regocijo, Canto y Poesía Folklórica y Cuentos, Leyendas, Creencias y Tradiciones, temas que contienen una gran información acerca de la cultura general y sus influencias en la República Dominicana. Además, son una verdadera joya para carreras como Medicina, Ciencias Sociales, Literatura, Historia, Artes, Psicología, Música, y otras que de uno u otro modo se relacionan con la conducta espiritual y social del ser humano.


Creo que escribir una obra como “Atlas Folklórico de la República Dominicana”, el autor tendría que haber vivido de una u otra forma en relación con la realidad circundante, presente en todos momentos y lugares de la sociedad dominicana. El impacto que crea para mí esta magnífica obra, es de inigualable comparación, promueve nuevas ideologías, y nos hace sentir orgullosos de nuestras raíces. Tejeda es un gran investigador de la sociedad dominicana, se introduce en nuestras vivencias por completo, como una forma de darle magia y colorido a su obra, es quizás el trabajo más completo y pintoresco que se haya visto acerca de nuestra cultura. Dentro del texto no hay nada de desperdicio, todo es de continuo provecho, con matices que bañan la conciencia humana y desbordan grandes ímpetus de conocimientos acerca de nuestro pasado y presente, y con mira a tener un futuro lleno de diversidad, que nos marcarán con sello sui generis.


Tejeda ve la influencia de otras naciones, como la riqueza que nos caracteriza en toda nuestra cultura, y nos da esa característica cargada de diversidades, con influencias que han permanecidos aquí por siglos. Lo cierto es que el autor tuvo que recorrer grandes distancias y permanecer por mucho tiempo en aquellos lugares para completar su excelente trabajo, que sin duda es uno de los más significativos, acerca de nuestra cultura, por no decir el único en su clase.



LETRAS DOMINICANAS

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